miércoles, 21 de abril de 2010

SAN PEDRO Y EL POLITICO,

Romualdo era un político muy importante que por fin estaba a punto de alcanzar el sueño de su vida, ya que había sido nominado como candidato a la presidencia de la república del partido en el poder. Así es que prácticamente ya se sentía presidente.

Un buen día, atravesaba la calle para ir a un mítin en su honor.  Era tanta su emoción por llegar que no se fijó que venía un camión y fue atropellado. De inmediato murió.

Fue a tocar las puertas del Paraíso y lo recibió San Pedro,  quien le dijo:

-Bienvenido al Paraíso,  pero antes de que te acomodes parece que tenemos un problema.  Aquí raramente llega un alto político y no estamos seguros de qué hacer contigo.  Así es que queremos que pases un día en el Infierno y otro en el Paraíso, para que de esta forma puedas elegir dónde pasar la eternidad.

San Pedro lo acompañó al elevador,  que bajó y bajó hasta que paró en el Infierno.  Las puertas se abrieron y salió Romualdo, quien se quedó maravillado porque las puertas se abrieron justo en medio de un campo de golf.

A lo lejos vio un club house y ahí estaban todos sus amigos políticos que habían trabajado con él. Vestían traje de etiqueta y todos estaban muy contentos. Corrieron a abrazarlo y juntos recordaron los buenos tiempos en los que se enriquecieron a costa del pueblo.

Jugaron un partido de golf y, por la noche, cenaron langosta y caviar. Cuando estaban tomando champaña, se acercó el Diablo, quien parecía un tipo muy simpático, que contaba chistes y bailaba estupendamente.

Estaba tan divertido que, sin que se diera cuenta del paso de las horas, llegó el momento en que tenía que irse al Cielo. Todos sus cuates políticos le dieron un fuerte abrazo al despedirse de él y Romualdo subió al elevador para ir al Paraíso.

El elevador subió y subió hasta que la puerta se abrió donde San Pedro lo estaba esperando. Lo llevó al Paraíso y el político pasó en él 24 horas. Se entretuvo tocando el arpa y cantando.

Antes de que se diera cuenta se cumplió el plazo y San Pedro fue a buscarlo para decirle:

-Muy bien Romualdo. Ya pasaste 24 horas en el Infierno y 24 horas en el Paraíso. Es el momento de que elijas dónde pasarás la eternidad.

Romualdo se quedó pensando un rato, pero finalmente se decidió y le dijo a San Pedro:

-Mira San Pedro, no es por ofender, el Paraíso ha sido precioso, pero me siento mejor en el Infierno porque ahí están mis amigos y me divierto más.

San Pedro lo acompañó nuevamente al elevador y se despidió de él. El elevador bajó y bajó hasta que se detuvo y las puertas se abrieron.

Romualdo se quedó sorprendido porque ya no veía un campo de golf, sino una tierra desierta, cubierta de porquería y desperdicios. Sus amigos, que antes vestían de etiqueta y lucían muy alegres, ahora estaban vestidos con harapos y recogían los desperdicios.

El Diablo se le acercó y le puso un brazo en el cuello. Romualdo, balbuceando, le dijo:

-No entiendo. Ayer el lugar era muy agradable, comimos, bebimos y nos divertimos mucho y ahora hay una tierra desierta, llena de desperdicios y mis amigos parecen unos miserables.

Sonriendo, el Diablo le dijo:

-Ayer estábamos en campaña. Hoy,  ¡ya votaste por nosotros!

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