Dios no te preguntará qué modelo de auto usas;
te preguntará a cuánta gente llevaste.
Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa;
te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.
Dios no te preguntará la marca de la ropa que tienes en tu armario;
te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.
Dios no te preguntará cuán alto era tu salario;
te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo.
Dios no te preguntará cuál era tu título;
te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad.
Dios no te preguntará cuántos amigos tenías;
te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
Dios no te preguntará el color de tu piel;
te preguntará por la pureza de tu interior.
Dios no te preguntará a cuántas personas llevaste este mensaje;
te preguntará si te dio vergüenza hacerlo.
María Julia Lafuente
jueves, 27 de enero de 2011
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